lunes, 22 de abril de 2013

Mi nuevo amigo

Es muy común que los chicos de ahora lleven vidas muy agitadas y estresantes a causa de los padres, quienes tienen que mudarse constantemente porque consiguieron un mejor trabajo, porque ya no les gustó la casa… etc. 

Andy llevaba este estilo de vida. Ser un chico que vivía bajo la tutela de padres itinerantes había provocado en él ciertos aspectos antisociales por el hecho de no poder llevar una vida de adolescente normal. 

Era muy común verlo encerrado en su cuarto y pasar horas frente al ordenador navegando en sitios de videochat de ruleta como Chatroulette u Omegle. Ya que ésa era la única forma en que podía hacer alguna amistad estable sin el temor de que mamá y papá decidieran que el día de mañana tenían que mudarse de nuevo. 

Una noche nada especial, cuando ya sus padres se encontraban en cama y todas las luces de su casa estaban apagadas, Andy, como muchas de sus noches, se encontraba pasando el rato en el chat de ruleta tratando de hacer nuevos amigos a quienes agregar a su corta lista de Facebook, pero como muchas de sus noches se encontró nuevamente cara a cara con la desilusión de no haber podido hacer ninguna nueva amistad. 

Navegó por el sitio durante horas. Sus ojos se encontraban fatigados y una espesa niebla nublaba su vista, víctima de mirar fijamente a la pantalla brillante del ordenador por horas, así que se rindió. 

“Ya probaré suerte mañana”, se decía. 

Pero no fue hasta el preciso momento en que decidió apagar el ordenador cuando la siguiente persona aleatoria que encontró resultó ser “una niñita de tan sólo quince años”, de nombre “Jenny”, según sus datos de presentación. Dany dudó en saludarla porque pensaba que sería como muchas de las chicas que lo ven y sólo pasan de él. Pero le sorprendió el hecho que la supuesta “niña” no lo hiciera y más le sorprendió el hecho de que antes de siquiera poder reaccionar para saludarla, la chica comenzó a escribir mensaje tras mensaje en la pantalla. 

“Holaa!”, “Ay alguien ahí?!”, “por favor!, estás ahí?”. 

La primera reacción de Dany fue la de dudar si en realidad se trataba de una chica, porque el recuadro en donde se suponía que debía de aparecer la webcam de aquella niña estaba totalmente en negro. 

“Tal vez tiene su cámara tapada o cubierta con algo”, pensó. 

Dany apresuradamente le contestó con un cordial saludo con la esperanza de hacer una nueva amiguita… Pero lo siguiente que la niña le respondió no fue precisamente la respuesta que él esperaba. 

“olaa, por favor… necesito ayuda!!”, “por favor, no pases de mí”, “ayúdame!!”. 

Como cualquier otro niño de su edad comenzó a sentir algo de miedo. Y es que era sobrenatural la forma en que la chica escribía mensaje tras mensaje, como si sus respuestas ya las tuviera preparadas para sólo copiar y pegar. Se consoló con la idea de pensar que tal vez se trataba de una broma, porque no era la primera vez que trataban de jugarle una. 

Así que se calmó, y calmadamente preguntó a la chica si le estaba hablando en serio o si sólo se trataba de una mala broma. 

Pero en cuanto su dedo índice apretó la tecla “Enter”, juraría que la chica tardó medio segundo, tal vez menos, en escribir mensaje tras mensaje en la pantalla. 

“NOO!!”, “por favor…”, “noo es ninguna broma!!”, “por favor ayúdame”, “estoy en problemas!!”. 

El suspenso en Dany comenzó a acrecentarse, comenzó a sentir esa espina de no saber qué hacer, dudaba que se tratara de una broma pero también dudaba que le estuviera hablando en serio. Sabía que debía apagar el ordenador e irse a dormir pero era la curiosidad y el sentimiento de culpa que lo retenían en el computador. Se detuvo para pensar un momento, se apretujó y sacudió las manos para tratar de calmar los espasmos que comenzaron a agravarse en ambas manos. Y sin muchas esperanzas insistió nuevamente. 

“Dime la verdad… es esto una broma??”. 

Dany esperaba que el siguiente mensaje de la chica fuera el de reconocerle que le estaba tratando de jugar una broma. Pero… la respuesta de la joven no fue muy distinta a sus anteriores mensajes. 

“créeme!!”, “esto no es una broma”, “tienes que ayudarme”, “por favor!!”, “AYUDAME!!”. 

Comenzó a creer más en sus palabras, ya que no sonaba como alguien que estuviera tratando de jugarle una broma, y eso lo asustaba más de lo que ya estaba, el hecho de que en realidad se tratara de una chica en peligro. Dudaba demasiado que pudiera hacer algo encontrándose tan lejos el uno del otro… o al menos eso es lo que pensó. 

Aunque inseguro, escribió a la joven que creía en sus palabras, y preguntó qué era lo que podía hacer, en qué quería que la ayudara. Y como era de esperarse la chica respondió en cuestión de milésimas. 

“AYUDAMEE!!”, “por favor..”, “aquí está muy oscuro”, “ayúdame a encontrar la salida…”, “PORFAVOR!”, “SACAME DE AQUI!!”. 

“Pero que hago!? Qué hago!? Dime como te ayudó?…”. 

“ayúdame a salir de aquí..”, “no sé dónde estoy…”, “Por favor haz algo!!”. 

Dany sintió la impotencia de no saber qué hacer, se sintió como un niño pequeño esperando a que mamá y papá se encarguen del asunto. No tenía un hermano mayor al cual pedirle su ayuda y sabía que si acudía a sus padres antes que ayudarlo lo regañarían por haberlos despertado tan tarde. Mareos y dolor de cabeza comenzaron a acecharlo en su desesperación. Pasó alrededor de un minuto cuando Dany logró calmarse, colocó nuevamente sus dedos en el teclado y sin muchas esperanzas preguntó de nuevo a la joven. 

“Por favor, dame más detalles. Dime qué hacer… Quieres que llame a la policía o a alguien? Dame más detalles… dime cómo que te ayudo!!”. 

Con esto último escrito, tal parece que dejó pensando a la chica, ya que esta vez no le contestó tan apresuradamente como en veces anteriores. Cinco minutos después Dany aún estaba en suspenso, se había quedado inmóvil esperando el mensaje de la chica; pero no sucedida nada, hasta que la barra al margen de la página que indica que el usuario está escribiendo un mensaje comenzó a parpadear, y así estuvo parpadeando por alrededor de dos minutos hasta que en la pantalla apreció el siguiente mensaje. 

“Si de verdad me quieres ayudar necesito que enciendas las luces de tu cuarto”. 

Dany sintió un terror premonitorio, como cuando caminas por un callejón en la oscuridad de la noche y sientes que va a salir alguien y te va a tratar de hacer daño; ese mismo sentimiento se clavó en la espina dorsal del chico. 

“Pero para qué?”, “En que te puede ayudar eso?”, preguntó, y con justa razón. Pero la chica sólo le decía que lo hiciera y que no preguntara, que necesitaba ver mejor su habitación. 

Y tras varios mensajes de súplica por parte de la chica, Dany cedió a la petición, a pesar de que todo su ser le decía que apagara el ordenador y se fuera a la cama. El sentido de la culpa pudo más que su propio juicio. 

Se levantó de su silla y con la poca luz que emitía la pantalla del ordenador se acercó lentamente hacia el interruptor de su cuarto. Era la primera vez en su vida que sentía temor de encender la luces, a cierta edad a uno le daría miedo apagarlas, así que no lo pensó dos veces y simplemente las encendió. 

Pero no había nada, no había un sólo cambio en su habitación, no fue hasta que se acercó a la pantalla del ordenador cuando el verdadero horror se hizo presente, y es que… la cámara web de la niña ya no estaba totalmente en negro, ahora estaba transmitiendo, pero no era una imagen de la supuesta niña, era una imagen de Dany, él se estaba viendo dos veces en el monitor. 

Había algo extraño en la segunda cámara: la pared que estaba detrás de él era completamente distinta a la de su cuarto, en ella había un puerta negra, pero una puerta muy desgastada, como si alguien la hubiese martillado varias veces. 

Se congelo frente al monitor, quería llorar, gritar, salir corriendo y no saber más nada, pero su cuerpo no reaccionaba, y no fue hasta el siguiente mensaje de la chica cuando no pudo resistirlo más. 

“Por favor… abre la puerta, ayúdame. Estoy atrapada aquí”. 

Dany volteó la cabeza pero no había nada, pasó su mirada de nuevo a la pantalla y la puerta seguía ahí, y la chica seguía insistiendo en que la abriera y la dejara libre. 

No aguantó más, cerró su ordenador de un portazo y como un niño pequeño corrió hacia la habitación de sus padres y se metió en su cama. Extrañados le preguntaron qué era lo que pasaba, pero Dany sólo se limitó a decirles que había visto algo tenebroso en internet, y que quería dormir con ellos. 

Después de eso nunca volvió a visitar esos sitios ni siquiera con amigos. De hecho, su uso del ordenador cada vez era menos frecuente. Con el pasar de los meses sus padres eventualmente tuvieron que mudarse, pero esta vez la idea de irse no lo incomodó  en lo absoluto. 

Hasta ahora, Dany se sigue preguntado qué hubiese pasado si hubiese abierto esa puerta. Y si esa niña sigue ahí dentro, atrapada. 



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