Sólo sé que nos persiguen, caminantes sin mente poseídos por
un hambre caníbal del que jamás podrán liberarse. Heme aquí luchando por
abrirme paso entre cacharros de metal sin gasolina esparcidos en un imposible
laberinto que complica el paso a cualquiera, incluso a ellos.
¿Dónde está Ali? Ella estaba justo a mi lado, hace unos
momentos…
Eso creo. Porque de repente me siento confusa en relación a
mi sentido de orientación.
Lo único que tengo bien claro es que debo ir rápido, más
rápido. Veo a personas huyendo hacia la misma dirección, lejos, algunos
gritando desesperados por encontrar un lugar donde ponerse a salvo. No son
muchos; después de todo, ya no quedamos muchos.
— ¡Ali! —Trato de gritar, aunque mi garganta está seca.
Extrañamente seca. Tengo tanta sed… No recuerdo cuándo fue la última vez que
tomé un trago de agua. En cualquier caso, no es lo más importante ahora,
mientras siga avanzando.
Algunos de los que corren pocos metros adelante me miran,
supongo que me estoy quedando atrás; pero claro que no me hacen caso, mucho
menos se detienen. Debe importarles más salvar su propia vida.
Quiero avanzar más rápido, y algo me lo impide. Tal vez las
exclamaciones de terror o las miradas de horror a mi alrededor.
Ali ha de andar por ahí, aún viva, tal vez unos metros más
adelante… pero viva. Ella tiene que estar bien, entre la gente no contagiada.
¡Tiene que!
Mi prima es lo único que me queda aquí, en este mundo
contaminado bacteriológicamente. Es como una hermana para mí.
¡Agh!, tengo tanta sed, siento que no podré continuar por
mucho tiempo… No, ¡por el bien de Ali, tengo que hacer un mayor esfuerzo!
Conforme avanzo veo los cadáveres, tanto enfermos y medio
acabados como sanos medio completos, tumbados a ambos lados del camino;
pareciera que una bestia pasó destruyendo a todos en su camino.
El ardor crece en mi garganta, siento que me quedo sin
aliento.
Algo me llama la atención. Un azul brillante relampaguea
bajo los rayos del sol, con adornos cafés insertados con hilo. Yo reconozco esa
prenda, es el suéter que Ali llevaba hace rato, cuando la perdí de vista. Es
que todo había sucedido de la nada; de repente la alarma se disparó y debimos
salir corriendo de la zona bajo ataque.
— ¡Ali-gh! —De nuevo no puedo gritarle, el peso de mi
garganta se expande deseando agua, mis pasos se retrasan tropezando con botes
de lata. Si no me muevo me alcanzarán pronto.
Creo que casi llego a mi prima, la puedo ver más cerca. Me
mira como si no creyera lo que ve; ¡debe estar tan feliz de verme! Sonrío a
pesar del esfuerzo que conlleva. Ella no se detiene, y eso es bueno, pues la
ventaja que tiene le facilitará llegar a algún salvamento.
Siento toser con dificultad, mientras no soporto el dolor de
la garganta. Se extiende poco a poco; temo caer deshidratada. La expresión de
Ali es alarmante. Y es que, miro atrás, hay muchos de ellos caminando rápido
para alcanzarnos.
«¡Sigue corriendo, Ali! ¡No te detengas!», quisiera poder
decirle, pero sé que no podré. La sed me está consumiendo, controlando mi
cabeza, ordenándome conseguir algo para beber. Es insoportable.
Sin embargo sí puedo seguir mirándola. Observo con
detenimiento que se nota deteriorada, como cansada de tanto andar; ¿pero quién
no lo está? Todos huimos ahora. Ella también tiene la boca seca, está muy
delgada, ojeras bajo sus ojos, y su ropa… su ropa está algo sucia y marcada con
tiempo. ¿Cómo es posible que ese azul brillante haya reducido dos tonos su
color en menos de una hora? Y los adornos cafés están desgarrados por su carrera
a través de la ciudad.
No entiendo. Sólo la perdí poco tiempo antes de salir del
edificio de alojamiento provisional. Yo la alerté para que bajara por las
escaleras de incendio y saliera por la calle de al lado contraria a donde
estaban los infectados, antes de que la masa humana me arrastrara por otra
dirección. Luego me encontraba aquí, corriendo por mi vida…
Es mejor que ella siga en marcha, porque pierdo esperanzas
sobre mí cuando siento un pesado caminar acercándose. Es aterrador imaginar a
un muerto detrás de ti, a pocos pasos.
La sed se atora en mi estómago a la vez que llega el ser
desfigurado. Observo a mi lado al desgarrado que avanza con un brazo sin
responderle y sangre y piel desparramadas en el cuerpo.
Un momento… él me ignora. En cambio, algo adelante parece
atraerle más que yo. La molestia en mi estómago es intensa. Es un vacío que
tengo que llenar; me da impulso para seguir adelante. Ali está muy cerca.
Me llego a dar cuenta, no es sed lo que siento, es hambre.
Hambre feroz que me consumirá si no la apago cuanto antes. Pero aquí no hay
nada que comer, nada más que personas, esas personas que corren fuera de mi
alcance; presas aterradas por su consumidor.
Consigo recordar que conseguí salir del edificio mas no
escapar de uno de ellos, quien me mordió arrancando un pedazo de mi brazo.
Entonces me infecté. Entonces me perdí, hasta ahora. Hasta que conseguí
encontrar a mi prima.
Sí, quería encontrarla… pero no precisamente para ayudarla a
escapar.
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